Experiencias Jugando y mucho MÁS
Nos ha llamado la atención que uno de los menores participantes en Jugando y mucho MÁS, nos comentó que se sentía triste y culpable por el divorcio de sus padres. Ante esa situación, el equipo de profesionales de Alentia alivió al menor, tratando de hacerle ver que ese sentimiento de culpabilidad no le correspondía. Tras esta intervención, hemos observado una liberación de su ansiedad. Estas son las pautas a seguir en este tipo de casos.
En España se producen más de 100.000 separaciones al año (Fuente: INE) y más de la mitad tienen hijos al cargo en el momento de la separación. Esto arroja cifras sobre la cantidad de niños afectados o envueltos por estas situaciones.
Los padres
Además del factor sentimental, los padres sufren un shock emocional al tener que afrontar temas de custodia, cuidados o pensiones. Los niños a partir de cuatro años, ya comprenden que la unión de sus padres se rompe, entienden lo que es un divorcio y pasan a ser un factor determinante en las decisiones de los progenitores.
Antes de separarse y detener la convivencia, es esencial que los padres hablen conjuntamente con sus hijos, dejando bien claro que los menores, no son el motivo de la separación, ni tienen culpa alguna en esa situación. Después, hay que coordinar bien el tiempo que los hijos pasan con cada uno y dejar al margen las posibles rencillas que se tengan con la expareja. Los hijos forman parte de la familia, no de la pareja, y hay que evitar situarlos en medio del conflicto, así como hablarle mal de la figura de la expareja.
Lo ideal es que la separación sea amigable, pero si existen discusiones y desencuentros, es muy importante que no ocurran en presencia del menor. Tampoco hay que caer en el chantaje emocional de los pequeños, ni tratar de ganarse su cariño con más o mejores regalos que la expareja. De la misma manera debe evitarse un exceso de permisividad y se deben consensuar los castigos o sanciones por parte de los padres.
El menor
El estado de ánimo del menor se verá afectado por las desavenencias familiares asociadas a la separación, y dependiendo de su edad y madurez, podrá verse envuelto en un papel que no le corresponde. Es importante hablar con ellos, dejar que se expresen y acudir a ayuda profesional si fuese necesario.
El hijo de separados se verá desconcertado en un principio, al asumir que las cosas tal y como las conocía van a cambiar. Ese miedo a lo desconocido puede provocar una actitud de negación, con insistencia en tratar de volver a lo anterior, con enfado y depresión por no darse la reconciliación. En estos momentos, hay que hacerles comprender que esa situación no va a volver, pero darles tiempo para asimilarlo.
En este proceso de asimilación, podemos encontrar en el menor síntomas como trastorno del sueño, trastorno de alimentación, irritabilidad, ansiedad, dolor de cabeza o abdominal y conductas de tipo regresivo (volver a los pañales, a chuparse el dedo…).
En cuanto a las rutinas, es aconsejable que en la medida de lo posible, el menor siga en contacto con ambas familias, que tenga buen trato con las nuevas parejas y que siga en el mismo colegio, con las mismas actividades y amigos y, muy importante, que disponga de su propio cuarto o espacio en la casa del separado que ha dejado el hogar familiar.
La naturalidad, el buen trato y el mantenimiento de las rutinas son entonces esenciales para evitar que la separación afecte a los hijos sobremanera. Si crees que tus hijos se sienten culpables, tendrás que conseguir con tu cariño, tus palabras y estas pautas que deje de hacerlo.