¿Tristeza o depresión? Despejando la niebla: guía para el mes de la concienciación de la depresión. Comenzamos el mes de la concienciación sobre la depresión, un tema cada día más presente y actual.
Es por este motivo que consideramos que sigue siendo de vital importancia mantener abierto el diálogo sobre dicho trastorno y cómo este puede llegar a afectarnos. Aunque valoremos que puede estar todo dicho al respecto, nunca sabemos a quién puede ayudar está información.
Por lo que si sientes que no estás atravesando un buen momento, o quizá le suceda a alguien de los tuyos, quieres saber en qué medida preocuparte o qué puedes hacer, este artículo es para ti.
¿Cuándo hablamos de tristeza y cuando de depresión?
Al hablar de tristeza hacemos referencia a una emoción desagradable, natural y temporal que todos experimentamos en respuesta ante situaciones difíciles o pérdidas. Ello favorece nuestra predisposición a la reflexión y reorganización previa a la toma de decisiones o la acción.
Sin embargo, la depresión se trata de algo más. Como indicábamos es un trastorno del estado de ánimo que persiste más allá de un momento puntal, sino que puede invadirnos durante semanas, meses o incluso años. Tiende a aparecer como una profunda sensación de desesperanza, desánimo, pérdida de interés en actividades que anteriormente resultaban motivadoras o positivas. Falta de energía, problemas de concentración, así como cambios en lo relativo a nuestro autocuidado, en el apetito o el sueño.
Una vez establecida dicha distinción, por otra parte, hemos de hacer tener en cuenta además las etapas vitales de cambio, las cuales a su vez pueden desencadenar períodos de reclusión emocional. En ocasiones, el enfrentarnos a cambios significativos, puede llevarnos a experimentar cierta disminución en nuestro estado de ánimo. Sin embargo, cuando estas etapas desencadenan un estado constante de tristeza y apatía, podríamos estar hablando un posible indicio de depresión.
Llegados a este punto, podemos subir de nivel y proceder a hablar de lo que es la distimia, la cual es considerada como una depresión de bajo grado que puede mantenerse activa a lo largo de los años, generando síntomas más leves pero igualmente nocivos para la calidad de vida, generando una imagen crónicamente de melancolía, entorpeciendo el desempeño de la persona en su día a día.
Reconocer la depresión supone un reto
Más aun sabiendo que la sintomatología puede a su vez variar ampliamente de una persona a otra. Aun con todo, contamos con algunos indicadores comunes. Pueden ser cambios en lo relativo al sueño, el apetito o el deseo sexual, sentimientos persistentes de tristeza. También desesperanza o inutilidad, apatía constante, irascibilidad o problemas para concentrarse. Ante la presencia de dichos síntomas durante más de dos semanas, de manera que interfiera negativamente en nuestra vida diaria, será de vital importante recurrir a un profesional cualificado.
Pero recordemos lo más importante, no se trata de ningún problema avergonzante, ni que hable de nuestra valía como personas. Afrontar la depresión es un proceso complejo pero factible. Podemos buscar apoyo terapéutico, hacer consciente de nuestro círculo de confianza de nuestro estado actual. Además, puede allanar el camino al cambio cuidar de nuestro bienestar físico mediante la actividad regular, una dieta equilibrada y patrones de sueño adecuados.
Con todo ello, la concienciación y la comprensión sobre la depresión son pasos vitales hacia el apoyo y la empatía hacia aquellos que luchan con esta condición.
En este mes de concientización, recordemos que el diálogo abierto, la comprensión y el acceso a la ayuda adecuada pueden marcar la diferencia en la vida de quienes enfrentan este desafío.